No creas que el sol permanece clavado en el mismo cielo con una chincheta.
Con la noche, las estrellas celosas de su luz, lo empujan.
El sol en silencio, lentamente se aleja para cederles sus cielos.
Pero si se acerca en la nocturnidad la tormenta y lo necesitas, no te abandonará, dejará su fuego pegado en el aire para con su mano ardiente, detener el temporal.
Si es inevitable el chaparrón, al menos las gotas que se viertan sobre ti, serán tibias, porque él te regaló su calor.
Elvia Cor.
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