Conciliar mar y tierra no siempre es tan fácil.
A veces la costa se eleva orgullosa, negando la naturaleza líquida del mar, intentando que sea tierra también.
Los mares, en su inmensidad y sabiduría, siempre querrán acariciar y abrazar esa tierra para con su tacto, diluir su dureza, mostrando que la tierra húmeda no deja de ser tierra, pero más fresca, más limpia, renovada, enriquecida por los tesoros que las aguas regalan en sus gotas.
Mar, tierra, no son una sin otra.
Sin duda, se aman.
Elvia Cor
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