En cada despertar de mis mares dirijo mi caminar hacia la espuma de las olas.
Blanquísimas me esperan deseando envolverve con su frescura y transparencia.
Me entrego a la caricia de sus aguas, y en ellas se disuelve cualquier emoción, sentimiento, tensión que no me pertenezca.
Por un instante soy esas aguas eternas.
Cuando salgo de ellas, me siento renovada, nueva.
La energía del sol me impregna al regalarme su luz, su calor.
El cielo me abriga en su manto inmenso, en él me cobijo.
El tacto cómplice de la arena cosquillea mis sentidos, devolviendo las huellas a mis pasos, y así continuar mi camino llena de mis mares y cielos.
Habitada por mis soles y olas.
Aligerada por la espuma y la brisa, que se convierten en rocío, en viento, para seguir junto a mi.
Elvia Cor.




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