A veces en nuestro camino, las aguas se desbordan creando un abismo que creemos insalvable.
Las aguas se nos antojan densas, oscuras, capaces de arrastrarnos o hundirnos en sus profundidades.
Si deseamos salir de ese lugar, pasar al otro lado, necesitaremos un puente.
Si lo buscamos lo encontraremos.
Al cruzarlo, contemplaremos como su reflejo construye un dibujo completo en el que nos veremos parte de ese puente, parte de esas aguas, parte de sus brillos vibrantes...
Y al llegar al otro lado, veremos sin duda el lugar donde estábamos desde otra perspectiva, tal vez tan diferente, que puede que hasta esas aguas ahora la luz las atraviese mostrándolas claras, transparentes, llenas de color.
Elvia Cor.




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