La luna poderosa, a pesar de sus imperfecciones, es pura belleza.
Es capaz de mostrar únicamente una cara para exhibir su blancura.
Exultante, capta la luz del sol y la refleja como propia, generando una atracción tal, que le permite no tenerse que mover apenas un ápice, para atraer mares de miradas, y prender los corazones en su enigmática luz.
No hace más que girar y bailar como si no se moviera...
Cuando más bella la contemplan, sin explicación alguna, desaparece.
Su seguridad es tal, que si la aman perdidamente por su brillo, no teme mostrarse negra.
Cuando la deseas sensual, se muestra ínfima, apenas una muesca.
Si la adoras lánguida, se exhibe plena.
La luna, aunque no lo parezca, es una piedra... pero conoce tanto sus sombras, ama serena de tal manera su propia existencia, que sabe poner la energía donde los corazones descubren la belleza.
La luna llena...
Reconoce que, aún sabiendo que oculta todos sus secretos, consigue elevar tu mirada y encoger tu alma, atrapándola en el misterio de su magia.
Elvia Cor.
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