Es pleno día, pero el cielo que descansa sobre los hombros se siente tan espeso y cargado...
Es como si la tormenta estuviera a punto de estallar.
Lo que uno daría en ese momento por ver con total seguridad y nitidez la dirección que tomar.
Encontrar un camino claro, diáfano, hacia un mar en calma, unas aguas apacibles, tibias, hermosas, donde abandonarse y respirar hasta llenar el pecho...
Flotar, flotar, flotar dulce, sensible, abierto a sentir las caricias de la brisa que no osa soplar fuerte y convertirse en viento, para ser solo delicias, suaves cosquillas, calma chicha...
Tu cielo sobre los hombros, elige...
Si caminar sobre ese sendero blanco, casi un sueño, casi un poema inacabado esperando el rozar de tus pasos...
Si descubrir ese calmo e inmenso mar de caricias al alma, hacia donde le conduce ese sendero deseado... y hundir las propias huellas, dejando una noble estela.
O continuar peleado entre los nubarrones, dilapidando la energía en batallas perdidas, en trayectos ya agotados, en apegos que pesan como nubes densas...
Son tus cielos...
Son tus mares...
Son tu playa y tu arena....
Son tu paz o tormenta...
Respira!
Respira.
Respira intenso!
Vaciate.
Flota.
Fluye!
No decidas
No pienses.
Ni siquiera sueñes.
Puedes sentir el palpitar aquietado de tu corazón? Entrégale tu mano.
Te conducirá por el hermoso camino que construyeron especialmente para ti, y que lo veas o no, se encuentra exactamente bajo tus pies.
Ni pienses, relajate...
Solo siente!
Es la caricia del inmenso mar la que te espera!
Deja la tormenta, ella sola entre rayos y truenos, tras un trepidante espectáculo, se disolverá.
Tú... Fluye en tu mar!
Elvia Cor.
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