Toma y muestra en tu mano la pura luz de tu corazón.
No temas, confía!
Va a brillar tanto o más que el sol.
Mira cuan radiante es!
Ilumina tus paisajes, da vida a tu vida.
Contémplala como un regalo que guía tu caminar.
Esa deslumbrante luz, vive siempre en ti.
Si a veces no la ves, es porque proteges tanto tu centro, tantas vueltas das con miedos y dudas a su derredor, que queda oculta en la oscuridad cual noche sin luna.
Cuando la cobijes de nuevo bajo tu pecho, tan bella y alegre como es, no permitas que nada que no sea igual a ti, a la nobleza y mar-avilla de tu Ser, atrape su radiante energía.
Cuando la acunes de nuevo en tu corazón, no consientas que ningún recoveco que no reconozcas como propio, la reduzca a sombras y la apague.
Eres esa magnífica luz!
Eres impresionante!
Mar-avilloso Ser.
Pon la luz de tu corazón en la palma de tu mano, tal vez así veas claro lo que tu alma sabe, y entre latido y latido de tu sentír te intenta decir.
Descubre tu propia luz, y por siempre, sin indicaciones ni letreros, sabrás el camino a seguir.
Elvia Cor.
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