Sobre una roca que descansa quieta en la arena de la playa, he encontrado dos pequeñas conchas blancas.
Aunque pueda parecerlo, no las puse... ya estaban.
Las dos permanecían juntas, ensimismadas, como si una poderosa luz hubiera turbado sus superficies, llegando a atravesarlas.
Quedé extasiada al ver como la naturaleza se alía con mi intención de descubrir la belleza, y deja preciosos poemas escritos sin palabras sobre la playa.
Las dos conchas, ajenas a cualquier otro suceso, una junto a otra, se contemplaban, igual que si un ángel hermoso las hubiera depositado con dulzura frente al mar, para que yo las encontrara...
Eran dos conchas gemelas!
Ese ángel travieso... sabía cómo, en la más absoluta sencillez, alcanzar mi alma.
Permitir que la belleza de la naturaleza sorprenda... Es un tesoro!
Es un continuo!
No regatea, te desborda, te regala, te emociona, te embriaga...
Con naturalidad... la naturaleza, por su natural esencia, ama sin esperar nada.
Y eso... te alcanza.
Elvia Cor.
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