Sin duda en su arena, mi nombre queda dibujado por la huella de mis pasos, que hundo cada día en su ternura.
Me inspira, me acoge, me da calor, sea verano o invierno, haga sol, lunas, nubes o llueva!
En ella encuentro las conchas gemelas.
La rosa amarilla que se rinde a cualquier modo de pensarla diferente como es.
En ella dibujo con mis dedos, corazones sobre la arena, o a carboncillo sobre las rocas.
En ella inmortalizo barcos de juguete, o veleros escorados por los vientos.
En ella proyecto la luz de mi centro, para vibrar en el cielo y besar los sueños.
En ella todos sus brillos me bañan.
Allí mi creatividad acaricia nubes rosas, de tormenta o caramelo.
En ella atrapo soles eternos que regalan su luz constante sin esperar nada... por eso son soles.
En ella vuelco mis deseos, descubro grutas donde se aparecen ángeles, musas, y hadas.
Ella recoge mis lecturas en su brisa, llenando mis libros de su arena dorada.
En ella sumerjo mi mano, y extraigo de sus aguas claras esa preciosa energía, que si necesitas, te envío directa al centro de tu ser.
Es una sorpresa diaria, su luz, sus olas, sus colores hermosos, esos brillos que se disparan alegres en todas direcciones y alcanzan!
Cuando llego a ella, sus aguas me saludan, me acarician, se abrazan a mis pies, hasta que les entrego mis anhelos.
Se sin duda alguna, que yo también soy ella, y que en sus arenas, olas, brisas y estrellas, prendo cada día mis deseos, formando parte de su paisaje hermoso.
La naturaleza cristaliza en mi playa dorada su respirar eterno, confiando, segura e ilusionada, que el latir de mis palabras acariciará en un soplo fresco, todos tus cielos.
Elvia Cor.
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