La luna traviesa quiere embarcarse en un velero y surcar los siete mares a lomos del viento.
Se cansó de permanecer clavada siempre en el cielo.
Y de los azules de primavera se descuelga del firmamento y con un salto con pirueta, se abraza con fuerza al obenque de la mayor, para no caer al mar sin saber si sabe o no, nadar.
Lo que no espera de manera alguna, es que ese cable fuerte, que solo en el fondo de su blanco corazón presiente que existe, que la espera, que la sueña, que la siente, tuviera el poder de al roce de la brisa crear una melodía dulce, cómplice, tierna, serena.
Escucharla susurrante y comenzar a bailar, fue lo mismo a un tiempo, anulando cualquier melancolía, cualquier contratiempo.
La luna ya no piensa en los cielos.
Se olvidó de contar estrellas.
Ni recuerda que mañana lucirá llena e iluminará un caminito hacia la felicidad.
Que inspirará a poetas, o será una guía en alta mar.
Desde que sintió la música en su centro, en el bamboleo de su exuberancia plena, olvidó que el brillo de sol la ilumina, y se le ocurrió, así como si nada, brillar con luz propia para variar.
Ser magnética, pura y dulce luz, que envuelve en la alegría de su mirar.
Desde que las notas se convirtieron en música, desde que supo existía alguien con quien bailar, la orografía apagada de sus mofletes son ahora volcanes ardiendo, que transforman la belleza en pasión, el puro amor en movimiento.
La luna desde ese instante, dejó de ser roca, de ser puro reflejo, y comenzó a brillar magnética, siendo amor correspondido, alegria y vida a un tiempo.
Si alguna noche la echas en falta, o las contemplas brillando bárbara, no dudes ni por un momento, que está bailando con la poderosa fuerza del viento, iluminando en la impresionante energía del amor, el prodigioso mar y sin poderlo evitar, todos los cielos.
Luz de luna, besos a tus pensamientos.
Si tu me sueñas luna hermosa, yo te sueño.
Elvia Cor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario